Imagen del carnaval 2010 en Nico Batlle
Cascarita el pregonero
Cascarita, Juan Manuel Benavides Quesada, un trashumante, ancló en el pueblo de la mejor manera.
Llegó el circo con grandes camiones, y levantaron la carpa en un terreno baldío. Grandes animales, caballos que bailaban, perros que jugaban a las cartas, acróbatas que se cambiaban de trapecios en el airee. Para los chicos –también los grandes- estaba los payasos. Eran cuatro muy simpáticos, bien vestidos, llamativos, decías chistes tontos pero los niños festejaban mucho porque siempre terminaban pegándose.
Cuando llegó la hora de marcharse el circo, grande fue la sorpresa: no apareció Juan Manuel, el payaso. Los camiones ya se habían ido de la calle de abajo. Fue rodeado por los niños enseguida, hasta que se convencieron que había quedado en el pueblo,
Se le pegó el sello de Cascarita pues a pesar de nombres tan sonantes, comenzó por vender maníes con el hornito, y descreído de toda solemnidad
se le vería en la puerta del cine, o en las esquinas del club Concordia, con aquel hornito echando humo por la delgada chimenea.
Este era uno de sus “siete oficios, y catorce miserias” con las que vivió. Si tuvo nostalgia de su tierra, no se manifestó pues quedó en el pueblo hasta su muerte, y siendo un viajero, allí en aquel pueblo sin agua ancló. Decía que había recorrido muchos pueblos pero en ninguno había encontrado tanta paz.
Maduro, retacón, fuerte, pecho prominente, larga barba rala, bordado de tatuajes,
Se incorporó a la vida del pueblo, era parte de su sal. Trabajando de carpintero, tapicero, oficios cercanos a los Perez Baile, su vecino en el Corralón del Club Uruguay.
En los carnavales construía el tablado pero le daba el toque final Pérez Baile que era el artista. Gustador de los espectáculos, a su carrito de mano lo convertía en alegórico y lo llenaba de muchachos. Inventó animales con formas en hierro, utilizando niños voluntarios, armando con ellos, cubiertos con cueros, una vaca o un caballo. Pero a muchos le daba por bellaquear y le desarmaban los animales.
Bohemio, descuidado en su persona, ingenioso y trabajador.
Anunciaba actos públicos o películas. Era un pregonero a toda conciencia. Un extraño al pueblo se sorprendería cuando oyera una obertura de Tanhauser en una corneta como amplificador, al estilo de los circos.
Sabía cómo llegar a toda la población, deteniéndose en las esquinas, alertaba a la gente o anunciaba con voz potente.
<<Hoy en el cine Uruguay, la gran película argentina Tierra de Fuego con Pedro López Lagar. No se la pierda>>
<<Hoy la conmovedora y tierna película mexicana La Diosa arrodillada, con la pareja estelar de María Félix y Arturo de Córdobas. No se lo pierda.>>
<<Esta noche el triste drama intitulado Dios se lo pague con Zully Moreno y Arturo de Córdoba… Señora, Señor, concurra usted>>
Luego de enterado aquel sector de la población, por medio de la calle, se corría a la otra esquina para un nuevo anuncio.
Pintoresco siempre se mimetizaba con el color, el olor, el sentir del pueblo, así se le fue la vida. Su velatorio se realizó en la Iglesia católica en cuerpo presente. Se lo merecía.
A los tres años viene una pareja de jóvenes y preguntan por el payaso del circo que allí quedó.
Eran sus sobrinos que querían llevárselo para que muriera en su tierra.
El Terráqueo
Se presentó al juez de paz, el profesor Washington Viñoles, y el “Turco” Jatar, integrante de la fuerte colonia sirio libanesa:
– Señor juez, quisiera que me diera permiso para apretarle un poquito el pescuezo al señor Terráqueo.
Completaba con el gesto correspondiente de sus manazas, los visajes de la cara.
El Terráqueo, uno de esos personajes – aparentemente su apellido era Argimon de Melo-, zapatero, le alquilaba una pieza a Jatar. De tan anarco se firmaba y hacia nombrar El Terráqueo.
Eso creaba problemas. Uno fue en el momento de la demanda del dueño del local, al dejar de pagar el alquiler.
Como insistiera en el permiso el juez le dijo:
– Ese ya es problema de la justicia le contestó
Como El Terráqueo no respondía a las intimaciones del juez, intervino el comisario.
El Terráqueo puso un letrero hacia la calle
“Queridos clientes
El comisario me planteó que lo tengo con las pelotas llenas porque no pago el alquiler.”
Al enterarse el comisario vino y le dijo que sacara aquellas palabras ofensivas.
El zapatero dejó el mismo cartel y puso una cruz sobre la tal palabra escribiendo “Censurado por el comisario”
Omar Moreira
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